El negocio de crear valor de las empresas
“Empresas de impacto positivo: Nuevas formas de crear valor en un mundo en crisis” fue la charla de abril del Ciclo de Conferencias en Éticas Aplicadas 2025, organizado por el Instituto de Éticas Aplicadas UC y presentada por Ignacio Pavez, académico de la Escuela de Administración y del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC. La ponencia se enfocó en una investigación que […]

“Empresas de impacto positivo: Nuevas formas de crear valor en un mundo en crisis” fue la charla de abril del Ciclo de Conferencias en Éticas Aplicadas 2025, organizado por el Instituto de Éticas Aplicadas UC y presentada por Ignacio Pavez, académico de la Escuela de Administración y del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC.
La ponencia se enfocó en una investigación que está realizando Pavez que parte de la base de que, después de la pandemia de COVID-19, la idea de crisis múltiples se empezó a apoderar de la agenda noticiosa y, también, de la forma en que se percibe el mundo. Se acuñó el concepto de policrisis.
Según el académico, la policrisis se refiere a múltiples crisis en diferentes sistemas (salud, economía, clima, política, etc.) que interactúan de manera que amplifican su impacto total, generando resultados no lineales e impredecibles que no pueden comprenderse de forma aislada.
En este contexto, su trabajo apunta a “comprender cómo estos distintos desafíos, en múltiples niveles, interactúan y qué rol puede asumir la empresa para abordarlos”, señaló.
Evolución del rol social de la empresa
“La empresa, a través de los mecanismos del mercado, se ha convertido hoy en una de las instituciones sociales más poderosas, por ser la que más rápidamente genera soluciones a problemas o necesidades de las personas y, por lo tanto, ha tenido un rol preponderante en los cambios que hemos vivido como sociedad”, aseguró Pavez.
Sin embargo, cuando los países empezaron a ganar más dinero, después de la década del 50, el efecto del crecimiento económico sobre el índice de progreso social empezó a ser marginal. Según el académico, ello implicó que se comenzara a cuestionar, desde el ámbito de la economía, el modelo del crecimiento económico como el gran motor de desarrollo de las sociedades.
“Ya no basta con generar ingresos y crear trabajos, sino que las empresas debieran empezar a aportar con otros elementos que ayuden al progreso social, como la diversidad, el bienestar, más acceso a bienes y servicios. Esta discusión hizo surgir en la literatura el concepto de responsabilidad social”, comentó Pavez.
Aun así, agregó, “todavía no se logra desacoplar el progreso social del impacto al medioambiente, y ese es el gran problema actual. (…) Estamos consumiendo los recursos a un nivel que son incapaces de regenerarse para ser viables a largo plazo”.
Empresas de impacto positivo
Con esta premisa, el académico inició su investigación en “Empresas de impacto positivo: Hacia un nuevo paradigma de creación de valor”, en la que señala que “el llamado de nuestro tiempo es a crear formas de hacer negocios cuyo propósito sea crear prosperidad y florecimiento, ahora y para las generaciones futuras (…). Es crear valor de impacto positivo definido como el aumento de prosperidad económica, la contribución a un entorno natural regenerativo y la mejora del bienestar humano”.
Las empresas de valor de impacto positivo, según Pavez, “definen el propósito del negocio como ‘florecimiento’, es decir, buscan que la vida se manifieste en su máximo potencial”.
En este sentido, agregó que “las empresas de impacto positivo afirman que el propósito de la empresa tiene que ser mejorar las condiciones de vida y mejorar la calidad de los sistemas socioecológicos en los que viven”.
El académico definió las cuatro características de este tipo de empresas: Liderazgo que fomente la creación de valor de impacto positivo en toda la organización. Cultura organizacional que facilite el florecimiento individual y colectivo. Estructura organizacional que permita la autoorganización y autonomía de las personas, lo que se asocia a consejos de bienestar y a una estructura que no sea jerárquica, sino que funcione a través de equipos autogestionados. Y, finalmente, involucramiento de los stakeholders en alianzas con un propósito compartido a partir del cual se generen procesos de aprendizaje y donde los grupos de interés ayuden a la empresa a identificar la mejor manera de crear valor para todos. O sea, que sean parte del proceso estratégico.
La gran división
Pavez resaltó que el principal obstáculo para convertirse en una empresa de impacto positivo es navegar por una transición discontinua -lo que se conoce como gran división- y que se produce en un nivel profundo de la mentalidad. Un cambio de mentalidad implica reexaminar, desafiar y transformar de forma sustancial la manera en que las empresas (su liderazgo y cultura) toman decisiones y actúan.
“Las empresas que quieren llegar al florecimiento toman causas que se transforman en su propósito, de manera que su negocio sea crear el bien”, concluyó el académico.
Ignacio Pavez
Ignacio Pavez es Ph.D. en Comportamiento Organizacional por la Case Western Reserve University, e ingeniero civil y magíster en Ciencias de la Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Además, es consultor senior en procesos de cambio organizacional, estrategia, innovación sustentable, desarrollo de liderazgo, coaching ejecutivo y programas de mejoramiento continuo. Es especialista en la aplicación del enfoque apreciativo en organizaciones, la integración de la sustentabilidad con un enfoque estratégico, el desarrollo de caracterizaciones culturales basadas en valores y la aplicación de herramientas de lean management.
Sus áreas de investigación incluyen el desarrollo organizacional positivo, el desarrollo organizacional dialógico, el cambio organizacional, el desarrollo de equipos y la sustentabilidad corporativa. Sus investigaciones han sido premiadas por la división de Organization Development and Change de la Academy of Management.



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