La dimensión subjetiva del trabajo humano no está al alcance de la Inteligencia Artificial

El académico UC Felipe Widow se refirió en una nueva ponencia del Ciclo de Conferencias en Éticas Aplicadas a la importancia de no disociar en el ámbito laboral las dimensiones productivas y de la realización personal, y sostuvo que es este segundo alcance del trabajo el que hace imposible el reemplazo del ser humano por la inteligencia artificial.

En el Ciclo de Conferencias en Éticas Aplicadas de agosto, organizado por el Instituto de Éticas Aplicadas UC, el profesor de la Facultad de Derecho UC, Felipe Widow, expuso sobre “Revolución tecnológica y Doctrina Social de la Iglesia: ¿Dijo algo León XIII sobre la Inteligencia Artificial?”.

Ante docentes y estudiantes de la Universidad, Widow se refirió a las actuales discusiones sobre los posibles cambios atribuibles a la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) en ámbitos como el trabajo y las relaciones interpersonales, entre otros, las que, afirmó, no son inéditas.

“Es una nueva formulación de un tema planteado ya en el siglo XIX, que influyó en la Doctrina Social de la Iglesia. Hoy ella puede arrojar luz sobre lo que podría ocurrir en el mundo del trabajo con la IA, porque contiene ciertos elementos y principios que ayudan a entender el presente”, explicó el profesor Widow.

La llegada de la Revolución Industrial

Con un sucinto recorrido histórico del proceso de industrialización, el académico concluyó que el cambio en la relación de la persona con la naturaleza hacia una relación con la técnica ha perdurado, generando el desarrollo continuo de la técnica una gran revolución industrial.

“En estos dos siglos se ha observado el desarrollo exponencial de las capacidades técnicas del hombre y, por lo tanto, de su capacidad de transformación de la naturaleza y también del modo en que se ha concebido el trabajo. La aparición de las grandes maquinarias en la revolución industrial produjo la transformación del trabajo y desaparición de empleos, provocando la cuestión social”, recordó el docente.

Con ese antecedente, Widow comparó lo que podría suceder ahora con la aparición de las nuevas tecnologías. Afirmó que la transformación de los puestos de trabajo mediante el desarrollo de la técnica tuvo que ver con la revaloración de lo distintivamente humano, que es la inteligencia y, por lo tanto, de un uso más inteligente de esos medios técnicos. Añadió que con el desarrollo de la IA pareciera querer plantearse la posibilidad de que el trabajo sea reemplazado en lo que tiene como propiamente humano, la inteligencia.

La dimensión productiva y la naturaleza personal del trabajo

Producto de la cuestión social, explicó Widow, ocasionada por la revolución industrial y el paso de una población rural a una citadina, surgió el proletariado urbano, personas sin trabajo en el campo que se trasladaron a la ciudad buscando empleo. Aumentó la oferta laboral y disminuyeron los salarios deteriorando severamente las condiciones de vida de los trabajadores como resultado de una visión liberal del trabajo, que lo entiende como una mercancía a la que se asigna un precio.

La indignación popular por estas circunstancias dio origen a una visión socialista (marxista) del fenómeno, una propuesta que, a su vez, subrayó el académico, reduce a la persona a la mera dimensión del trabajo. Evocó las palabras del filósofo alemán Karl Marx, para quien “el hombre se ha hecho a sí mismo mediante el trabajo”, reemplazando a Dios y a la naturaleza.

Sin embargo, precisó Widow, “la dimensión productiva del trabajo es completamente indisociable de la dimensión subjetiva, de la naturaleza personal. El trabajo como fuente de realización personal es uno de los grandes aportes de la Doctrina Social de la Iglesia, ya que rescata la dimensión subjetiva del trabajo”.

El académico resaltó, también, que cuando se dice que la dimensión objetiva está subordinada a la dimensión subjetiva del trabajo significa que “es en la dimensión subjetiva y personal, que corresponde a la vocación inicial del hombre como imagen de Dios, donde se encuentra la divinidad del trabajo. Esta es la razón por la cual el trabajo humano es irremplazable. Por lo tanto, el valor de la técnica está dado por el modo en que se subordina a la dimensión subjetiva o personal”.

En relación con el desarrollo de la IA y su posible reemplazo del hombre en aquello que es específicamente humano y la creación artificial de una inteligencia, Widow aseguró que para él es imposible: “No hay posibilidad alguna de que haya una IA, porque la inteligencia tiene como supuesto la inmaterialidad, que es imposible encontrar en un artefacto”.

En este contexto, finalizó señalando que “es indispensable volver sobre la dimensión subjetiva del trabajo, ya que es donde la técnica se subordina al trabajo humano. Por lo tanto, surge también la necesidad de diseñar la técnica según las exigencias de la dignidad del trabajo”.

Felipe Widow

Felipe Widow es profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, España, y doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es magíster en Ciencias Jurídicas de la UC y licenciado en Educación y en Humanidades con mención en Filosofía de la Universidad Adolfo Ibáñez.Ha sido investigador responsable del FONDECYT Iniciación “De los derechos en abstracto al conflicto de derechos: el problema de la primacía del derecho subjetivo sobre el ius en la determinación del derecho”. Imparte los cursos Fundamentos Filosóficos del Derecho y Derecho Natural en la Facultad de Derecho UC. Es autor del libro “Actas de las Jornadas Internacionales en Derecho Natural”, junto con Raúl Madrid, y ha publicado varios capítulos de libros y artículos en revistas indexadas.

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