Profesor del Instituto de Éticas Aplicadas UC fue premiado en la ceremonia realizada por el XX Concurso de Investigación y Creación para Académicos

Fernando Arancibia fue uno de los ganadores del certamen académico con el proyecto “Bien común y eficiencia económica: un vínculo necesario”.

La Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana en conjunto con las Vicerrectorías de Investigación (VRI) y Asuntos Internacionales (VRAI), dieron a conocer los 11 proyectos que se adjudicaron los fondos del XX Concurso de Investigación y Creación para Académicos.

Esta vigésima versión del concurso buscó incentivar a profesores universitarios, de la UC y otras instituciones de educación superior ―chilenas y extranjeras―, a aportar a la sociedad con una mirada cristiana a través de proyectos originales de investigación orientados a la verdad, el bien común y la belleza, en un camino de diálogo de fe y razón. 

El académico y doctor en Filosofía del Instituto de Éticas Aplicadas UC, Fernando Arancibia, fue uno de los ganadores con el proyecto “Bien común y eficiencia económica: un vínculo necesario”, en la categoría “Investigación nacional”.

El profesor Arancibia, coordinador e investigador responsable del proyecto, señaló que “es un reconocimiento al trabajo de un equipo interdisciplinario e interuniversitario que viene discutiendo las ideas de la propuesta hace ya dos años. El proyecto es el fruto de una reflexión madura desde la filosofía, la economía y la teología”. 

Componen el equipo de trabajo liderado por Arancibia el teólogo y filósofo Cristian Hodge, de la Universidad San Sebastián; y el economista Gonzalo Edwards, de la Universidad del Desarrollo, a quienes se sumó el economista Felipe Zurita, del Instituto de Economía UC.

El tema central del proyecto es la interrelación entre el bien común y la eficiencia económica. En este sentido, los autores argumentan que es posible una interrelación entre la idea de bien común con la concepción de eficiencia económica; y que esta interrelación es fructífera y constructiva para el uso de una concepción éticamente informada de la eficiencia económica, que pueda ser de utilidad para el análisis de políticas públicas.

“Cultivar la identidad católica de la Universidad”

En la premiación, que se realizó en el Centro de Extensión UC, el rector Ignacio Sánchez felicitó a los organizadores y destacó que “esto es realmente cultivar la identidad católica de la Universidad. Así como a veces nos duele cuando nuestra identidad se ve dañada, hay que reconocer cuando hay focos luminosos del cultivo de su identidad”.

Por su parte, la vicerrectora de Asuntos Internacionales, Lilian Ferrer, declaró que “como Vicerrectoría, esta es la tercera convocatoria en la que nos hacemos parte, y nos satisface mucho porque en este concurso se reflejan dos puntos de alta relevancia: la interdisciplina y la internacionalización. Estamos convencidos de que la internacionalización ayuda a aumentar la creatividad y nos acerca a otras culturas”. 

Pedro Bouchon, vicerrector de Investigación, en tanto, expresó que “hasta la fecha, este concurso ha financiado 273 proyectos en los cuales han participado más de 200 académicos. Y, en las últimas versiones, hemos impulsado equipos que permiten interactuar con investigadores de otras universidades nacionales e internacionales, porque creemos que es posible hacer avanzar el conocimiento hacia ámbitos de investigación y creación para ir en busca de la verdad, como nos recuerda Juan Pablo II en la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae, tenemos ‘la íntima convicción de que la verdad es su verdadera aliada (…) y que el saber y la razón son fieles servidores de la fe’”.

Nicolás García, director de Formación y Cultura Cristiana de la Pastoral UC, analizó la contribución del concurso durante estos 20 años. “Su aporte ha sido promover el diálogo entre la fe y la razón, y la fe y la cultura entre los académicos y académicas de la Universidad, y últimamente también en equipos nacionales e internacionales. Esto implica que la fe pasa a ser una pregunta clave a la hora de investigar, a la hora de crear. Y, finalmente, implica que la fe tenga un espacio dentro del pensamiento contemporáneo, de la línea de investigación de los profesores, y que el Magisterio de la Iglesia, que alimenta muchas dimensiones de la vida, también se vea interpelado por la investigación”, señaló.